El día que los crayones renunciaron
A los niños hay que contarles historias que puedan imaginar. Entretenerlos con ellas es a veces más simple de lo que pensamos y cuando se las presentamos en un libro como El día que los crayones renunciaron nos sorprenderemos todos, grandes y chicos, con una historia sencilla, pero tan alegre y motivadora que nuestros pequeños lectores querrán leerla y escucharla una y otra vez.
El argumento es simple, los crayones de Duncan toman una hoja y cada uno le escribe una carta a su dueño para expresarle agradecimiento, molestia o algún conflicto, como por ejemplo entre los crayones Amarillo y Naranja porque ambos alguna vez pintaron el sol y necesitan aclarar quién es el verdadero color del sol.
Así, de una forma simple y muy amena de leer, si los niños van revisando sus cajas de lápices y se dan cuenta cómo utilizan ciertos colores de manera más repetida y para colorear ciertos objetos, también logran apreciar como muy pocas veces utilizan otros. En el caso de Duncan, el Rosado está molesto porque no lo ocupa nunca, no así la hermana, por lo que le pide que le agradezca a ella y que él lo ocupe de vez en cuando.
Cada uno de nosotros como si fuéramos el receptor de dichas cartas podemos apreciar e interpretar diferentes significados asociados a cada color y cada sensación que demuestra cada uno con lo que escribe, como la distinción de género cuando habla el Rosado, el querer ser el más importante y destacado como lo son Amarillo y Naranja, un mediador y preocupado por el bienestar de los demás como lo es el Verde cuando pide a Duncan que interceda en la relación de Amarillo y Naranja.
En definitiva, una genial historia contada desde la perspectiva de un lápiz, en la que pasearemos por las manías de algunos, las diferentes perspectivas o la empatía que pueden tener o nos puedan generar. La invitación queda hecha para que cada uno de ustedes descifre los demás colores y se embarque en esta preciosa historia para todas las edades.